El abominable hombre del cuarto oscuro download


















Pero al mismo tiempo un residuo cultural nuevo. Una excrecencia de la ciudad europea. Sin aliento al chirlazo cansao. Este hombre mata o muere por rabia a la vida. Su origen urbano desautoriza la tesis.

El tango es el espectro triste del cosmopolitismo. Por eso carece de plena raigambre nacional. Tampoco hay tangos provincianos. Con frecuencia ambos elementos se presentan unidos. En el tango se ensombrece. Los extranjeros que visitan Buenos Aires hablan de la tristeza de los argentinos. Es seguro que esa tristeza no era mayor que la de cualquier ciudad del mundo. La literatura norteamericana recoge ese estado en Faulkner, Steimbeck, Waldo Frank. Es decir, por capitales internacionales.

En el frente cultural aparecen los intelectuales que progresan a su vera. Con frecuencia ni siquiera la menciona. A las clases superiores les repugna el realismo. Los hechos son muy desemejantes cuando se les juzgan a primera vista, tal como se presentan, es decir, aislados y separados. Al movimiento de F. Cascella, A. Baldrich, I. De la izquierda, Luis V. Sommi, Ricardo M. Ortiz, Rodolfo Puigross, J. Keal, E. En ella reconocen sus angustias inubicables.

El cine parlante, el jazz saxoamericano, tornan deportista a la clase dirigente. Unos han callado, y otros, como es tan frecuente en los intelectuales, se han reincorporado a la cultura oficial.

El espacio era nuestro elemento y nos modelaba a su imagen. Se recorre en poco tiempo, entre esculturas francesas, arquitectura burguesa francesa, plazoletas francesas y aburrimiento de mausoleo. Es decir, como escolares. Todo lo europeo es superior. Escritores de segundo o tercer orden se convierten en la novedad mensual eterna. Es un fraude. O sea, purificada de sexo. Ese sexo que horroriza cuando se lo mira de frente, pero que es la sal de una literatura inescrupulosa.

No son, pues, como en el caso de Beatriz Guido, las primeras experiencias sexuales infantiles, cumplidas bajo la mirada incolora como el tiempo de los daguerrotipos familiares, lo que es censurable en esa literatura. Lo otro es erotismo. Deseaba cubrir a mi madre a besos con tal ardor que la obligaba a veces a huir. En fin Yo no he viajado nunca. Es una deliciosa brutalidad. Pero sus destinatarios coloniales, acorralados en la angustia de ser latinoamericanos, toman la sentencia de Drieu La Rochelle como un fallo inapelable.

A ratos perdidos piensa en el polo y en el ecuador. Pero no es lo regular. Somos los extranjeros los que diremos: esto es argentino, esto viene de ese Sur. Lo odiaron. Ella misma se confiesa hija de la era victoriana.

En la medida que depende de Inglaterra, la clase liberal vive culturalmente en el siglo XIX. Don Segundo Sombra no es la historia del proletariado rural. La excepcional calidad descriptiva del libro, en no pocos de sus pasajes, contribuye a que el lector tome gato por liebre. A Don Segundo Sombra se lo trata como a un siervo.

Pero se lo embellece. Don Segundo Sombra lo hemos escrito todos Por eso es una literatura anonadada. En cuanto a Dizzy se llama Gillespie. De ella dependen. Por eso, el tema predilecto es la soledad. La soledad es endiosada, convertida en linaje del alma, en subjetividad de molusco. Para ella todo lo argentino es bajo, feo, de mal gusto.

A pesar de esa universalidad tales literaturas carecen de resonancia universal, justamente, por su inautenticidad local.

Pero fue un arte. En la Argentina ni eso ven. Todo lo nuestro es inferior. Por eso son universales y al mismo tiempo nuevas, vale decir, iberoamericanas. Nuestros poetas hablan de soledad. Toda vida interior falseada se disfraza de idealismo o esteticismo. No tuve que inventar nada. La actitud de Malevitch no es nueva.

Envuelta en tinieblas. Weiss y Enrique W. Murena y J. Otra noticia habla de las conferencias pronunciadas en un ciclo de la Biblioteca Nacional, dirigida por Jorge Luis Borges.

Rojas Paz, Mario A. Delfino, E. Anderson Imbert, A. Asti Vera, F. Borges, J. Caillet Bois, B. Canto, J. Cossio, D. Dujovne, E. Emery, C. Erro, V.

Fatone, C. Girondo, A. Girri, E. Lancelotti, R. Lida, Fryda S. Mastronardi, R. Molinari, E. Molina, H. Murena, C. Ocampo, V. Ocampo, C. Onetti, L. Ostrov, A. Pezzoni, M. Prebisch, E. Revol, J. Rinaldini, F. Romero, J. Rossi, E. Sabato, A. Salas, C. Soler, F. Solero, L. Soto, E. Virassoro, J. Voccos Lescano, A. Weiss, J.

Wilcock, L. Zia, A. Canto, V. Macarow, E. Mallea, E. En suma, Arlt es un puro azar individual. Lugones es el historiador de las multitudes sin apellido de la tierra americana. O sea, del gaucho real del siglo XIX. Y dice bien. Es decir, mala literatura. Aunque se posea tanto talento literario. Lo que interesa —y esa es la finalidad del Arte— es que los problemas eternos se encarnen en lo humano. Y lo humano es el hombre. Su obra desmiente esta voluntad postuma.

Un concepto, cuando es decisivo a la tesis planteada en un ensayo serio, debe ser definido. De lo contrario se lo puede aplicar a gusto de cada cual. Las impulsiones que llevan al artista a crear, irracionales, compulsivas, son innegablemente de este tipo. Todos los grandes artistas lo han reconocido: Goethe, Novalis, Nietzsche.

Todos los artistas han reflexionado sobre esto. La tesis no es coherente, pues la imagen que ofrece es la de un gaucho piojoso. Pero es argentino, en su raigambre, en su dolor, en su belleza. La clase nacional terrateniente ha concluido su obra. El estanciero se convierte en hombre de negocios, en gentleman especulador de la bolsa.

Toda la vida nacional queda comprimida bajo estos intereses mezquinos. Casi todas las interpretaciones de Borges son malevolentes. Lo sorprende que en la lucha contra una partida policial el sargento Cruz se ponga de parte de Fierro. Esto le parece un anacronismo. Empero, este admirable pasaje, es perfectamente claro en su simbolismo colectivo.

Cruz pelea como gaucho. Incluso como gaucho perseguido. Todo lo que contradiga su preconcepto originario, eludido. Dicho simplemente. Para Borges la historia es Mitre. La enmienda es peor que el soneto. Con tal de que las muchedumbres no aparezcan todo marcha bien. Manejar un idioma no es poseer su sentido oculto. Este pensamiento de E. Curtius define la literatura a que nos referimos. Sus efectos son puramente intelectuales. En el primer caso se hace literatura embalsamada. Es lo que hace Borges con frecuencia.

Y en tanto fragmentaria inexacta. No en Borges. El compadrito es la mueca de una sociedad implacable. Por eso Borges no lo cita. El gaucho en soledad es un mito hebraico.

Borges no es un escritor nacional. No se trata de una incapacidad, pues como se comprueba en sus reflexiones anteriores, conoce las causas del drama argentino. Su escepticismo es el fruto prohibido de ese gran secreto. Del mismo modo que Lugones es un poeta nacional. Todos los poetas que Borges admira —Tennyson, Browning, Swinburne— fueron poetas nacionales.

Este extranjerismo es ajeno a W. Yeats, el predilecto del escritor argentino. Y esto es Borges. Un artesano. Es el arte de una clase dirigente sin pulso. Una literatura suntuosa y vana. Su himeneo literario coincide con una fecha crucial: La carrera de Mallea fue brillante. El Papa es Borges.

Sus libros son traducidos a la lengua de Chesterton, uno de sus maestros. Y en la Argentina, los conmilitones de las secciones literarias, que viven del reflejo de los nombres de moda, repiten en comparsa los lugares comunes en un etilo empalagoso. Y que es la peor de todas. Es pose. Mallea ha buscado la Argentina y —desesperado como la inglesa de sus cuentos— no la encuentra.

Toda su obra es un rumiar enfadoso de proyectos ideales que no adquieren forma, de miembros separados que pugnan por unirse y nacer.

Y de esta oquedad mentalmente invertebrada, de esta imagen sin contornos de una Argentina conceptual y emocionalmente inasible, resulta un esfumado literario, un misterio sin misterio, una argentina sin amor.

Y al que el novelista halaga con una literatura camuflada. Sus novelas son ensayos frustrados que toman de los escritores extranjeros, particularmente ingleses, el lado formal y de los franceses el tono intelectual a la manera de Roger Martin Du Gard.

El tema no es la Argentina. Es como siempre Europa. Como americano, sin embargo, Europa le ha defraudado. La ha conocido en su opaca verdad. Buenos Aires le parece un inactivo monstruo gris. Nosotros somos la que no lo es. Sus creaciones no enraizan en la vida. Sus preguntas carecen de respuestas, pues el problema es fraguado.

El ojo de Dostoiewski se manifiesta como un ramaje nervioso al que le doliera, y lo iluminara, la falta de carne. Es decir, a convertirse en nazis. Se llama Juan Bautista Alberdi. Depende de la clase social que detenta el poder. En ninguna. La clase terrateniente, por su dependencia del mercado mundial monopolista, no puede darle forma soberana al Estado Nacional.

Es una planchada, especie de magma que separa al hombre del mundo. En la Argentina, los escritores consagrados pueden hablar de todo. Las masas son las protagonistas de la Historia. No es el pueblo lo representativo de Buenos Aires, no son sus obreros, sus muchedumbres silenciosas de ayer y revolucionarias de hoy.

Y en la cumbre Yrigoyen. Es petardismo mental. No nos atrae sino en cuanto nos repele la tierra. Mudos e indiferentes, nos dicen que estamos arraigados bien hondo.

Y es porque Buenos Aires es destructora y no creadora. Son poetas venales. Por eso faltan poetas. De este modo, no hay gran diferencia entre Guido Spano y Constancio C. Todos los libros de E. Buenos Aires trabaja silenciosamente contra la potestad del caos. Creen elegir libremente sus ideas que en realidad les son impuestas.

Von Martin, les da forma literaria. Esos ferrocarriles se emprenden simplemente para abrir esas regiones como fuentes de productos alimenticios y materias primas, tanto vegetales como animales, no para apresurar el desarrollo social por un estimulo a las industrias locales.

Cuando sea el estado de salud de todo el cuerpo y no la euforia de una cabeza decapitada. Pero el vaticinio se formula con la sonoridad lejana de las trompetas del cielo. Spengler es denso pero no oscuro. Los nuestros son oscuros y huecos. Ya sabemos la causa de esa soledad de nuestros pueblos. Ni Kipling, poeta imperial, se hubiera animado a tanto. Viven independientemente una vida apagada y opaca. Tal vez el ex dictador hasta haya llegado a creer en lo que ha dicho al corresponsal.

Las noticias de Londres ocupan el primer plano. Los profusos manifiestos de organismos, centros estudiantiles, etc. Creemos que no. La Universidad debe estar al servicio del pueblo todo sin ninguna clase de trabas. Los diarios no publican, incluso, declaraciones de la F. Tal cambio no era casual. Este ha sido uno de los rasgos de su genio nacional.

Como los ingleses son una raza de hombres previsores, han hecho la cosa como para que nada quede librado a la casualidad. Sus ventas al Reino Unido totalizaron Pero la clase terrateniente tiene poco honor y mucha prisa. Mientras tanto el embajador Candiotti inicia sus tareas. Y visita el mercado de Smithfield.

Una mano estrecha y la otra estrangula. Codrington, presidente de la Primitiva Holding Ltda. Y Baring Brothers es el Banco de Inglaterra. De no llegarse a un acuerdo, Mr. Codrington amenaza con acudir a la justicia.

Alemania no participa. El reparto de la Argentina entre EE. Pero en la Argentina el sentimiento nacional fue sacudido. Jauretche, Luis V. Sommi, etc. Prebisch, desenmascarado, no logra destruir las evidencias acumuladas. La carne argentina, que comienza a escasear en el mercado local, permite maniobras intimidatorias en perjuicio de los dominios.

Australia y Nueva Zelandia protestan. Un cable de la U. Los desalojos de los arrendatarios rurales han comenzado. Pero las cosas empiezan a andar mal. Los 1. El consumado. La fruta alcanza precios prohibitivos en la Argentina. Archer Balwin exige se detengan las compras. Es Australia ahora la perjudicada. Varias provincias argentinas ven restringido el movimiento de los mercados internos.

Llega a Buenos Aires el dirigente naviero W. En agosto de , en forma sorpresiva, el propio Prebisch anuncia la necesidad de volver al proteccionismo industrial. Este repentino celo industrializador era la consecuencia de un fracaso. Arturo M. El mismo Jauretche, en una conferencia pronunciada hace tiempo ha destruido esta falacia. Menos de familias bonaerenses concentran el monopolio gigantesco de la propiedad de la tierra. Y dos veces, en y en , ha recuperado el poder mediante golpes militares.

Citamos algunas cifras comparativas. En los establecimientos industriales sumaban En los salarios totalizaban millones de pesos, en , 1. El verdadero impulso a la marina mercante es posterior a , y desde entonces se convierte en una de las primeras del mundo. Pero lo importante es la tesis del ganadero: la Argentina debe retornar al coloniaje. Compenetrado de lo que ella es, siento verdadera honra en haber sido incorporado a la Academia de Letras, que me ofrece otro margen para cumplir mi destino.

El sincronismo de los intelectuales El caso de Borges no es aislado. Pero el frente inexpugnable de la Cultura empieza bien pronto a resquebrajarse. Blanco Amor, J. Borges, Julio Caillet Bois, A. Capdevila, J. Delfino, Osvado H. Dondo, B. Edelberg, C. Ghiano, A. Grondona, M. Harriague, A. Jasca, M. Loncelotti, J. Lanuza, R. Leviller, L. Lozzia, R.

Ledesma, F. Mastronardi, F. Lafinur, M. Navarro, Silvina Ocampo, A. Olivera, F. Pedrido, A. Peyrou, E. Pezzoni, H. Rest, J. Romero, O. Rivas Ronney, C. Rosales, Rosenthal, R. Villordo, C. Viola Soto, J. Vocos Lescano, C. Warnes, Alfredo Weis, G. Whitelow, J. Wolcock, E. Hay que ser muy brutos para no entenderlo. La fuerza es nuestra.. Se trata de la derrota de la inteligencia falsa, el pompierismo literario disfrazado de Historia.

Pero Giusti, fuera de estas alarmas, vuelve a Mitre. Con los difuntos no hay peligro. En la Academia Argentina de Letras pronuncia una conferencia sobre Mitre, poeta, el 27 de noviembre de Mastronardi, G. Canal Feijoo, A. Prior, J. Paita, F. Sabato, V. Massuh, N. Peralta, I. Halperin Donghi, H, Cowers, H. No es cierto, en cambio, que esos derechos existiesen en la Argentina. Sea bienvenido a mi morada.

Hoy te presentamos 8 libros de Agatha Christie en formato PDF que puedes leer y descargar de forma gratuita. Pero antes, un poco de historia de esta fabulosa escritora Inglesa. Este libro -cuenta William H. Mientras buscan el modo de Encuentro fortuito de Christopher Kastensmidt. Es innecesario acotar las reflexiones que de ellos extrae Proust. El adjetivo proustiano —certero y rico— es casi inapelable por su exactitud, y a uno sigue otro que va dibujando mejor al objeto o la persona.

En cada uno de ellos se nos revela lo que el escritor ilumina con su pluma incansable. Roa Bastos, que maneja una prosa amasada con densidades que se iluminan casi indirectamente, es un escritor muy apegado a la circunstancia paraguaya. Fue el camino natural de quienes la describieron o recrearon. Lo importante es que los eleve por gracia del oficio —estilo y profundidad— y los universalice.

De quien se ha dicho que es el intelectual de los intelectuales de Occidente, fue de los primeros que tomaron la causa de la independencia de Indochina. Las mujeres La mujer, por lo general, es enemiga del escritor.

Las mujeres sienten celos porque no pueden participar de esa actividad. El acto de escribir es totalmente de uno: es como tener una amante. Quieren estar seguras de que todo lo de uno les pertenece, y que ellas participan. Todas esas cosas para las mujeres son vitales, vitales Les halaga maravillosamente. Lo agradecen profundamente, porque si no tienes celos es como si no te importaran.

A ellas les encanta que les hagas sentir que tienes un poco de desconfianza. La mujer es un elemento vital para nosotros los hombres. La seguridad en el amor lo acaba todo. El celoso mata el amor. Los amores son distintos. A la inteligencia a veces. Claro, el amor ideal es aquel en que confluyen todos esos elementos.

El sabor ligado al olfato se potencia para erigir el edificio literario, evocativo de dicho novelista. El baile y el licor son sus condimentos. La mejor etapa de mi vida ha sido como una fiesta. La Iglesia persigue a la sensualidad como si fuera una bestia destructora, como si representara el origen de todos los males.

Algo sublime que se da en la tierra no puede ser monstruoso. No puede ir en contra de Dios el placer que Dios nos dio. Nos hemos llenado de culpa de ser lo que somos, de sentir lo que sentimos. Solamente luceros, luz y Eros. Irradiaban de tus ojos. Me siento absuelto de las viejas impurezas. Me deslumbra tu desnudez terrestre.

De jo madurar tus muslos necesarios. Sobre tu piel instauro mi verdadero destino. Quiero ascender de nuevo a la apoteosis de los abrazos.

Quiero absorberte, tenerte, extenuarte. Es mi evidencia. Es como me acerco a lo imposible de ser uno de dos. Al contrario, la curiosidad era pecaminosa. Proust, por ejemplo. Claro, tengo una serie de referencias, pero no una cultura. Lees, te embebes y acabas por tener un juicio final. A ver, voy a restituir lo que dice Proust. Entonces no tengo cultura. Yo soy un ignorante total y definitivo Me repele.

Es mi rostro. Me aterra verlos actuar, moverse en mis proximidades. De ellos depende. Uno lo quiere todo: sorber el aire, la vida, la fama, el amor, el heroismo. Uno quiere ser grande, llegar lejos. Ser hombre. Tener una estatua en vida. El universo interior de cada uno de nosotros tiene reservas casi inagotables. Resulta que no lo sabemos.

Una bruma desconsoladora nos envuelve. Suponemos que el mundo es demasiado grande y que no lo habita nadie. La soledad nos sobrecoge de improviso. Y no es ni lo uno ni lo otro. No se atina con la respuesta. Contempla uno la vida y la compara a una botica, en la que hay de todo.

Sin embargo, no tenemos la receta. No puede saberse la medicina. Gracias al arte, en lugar de ver un solo mundo —el nuestro—, lo vemos multiplicarse. La soledad es lo demoniaco que tenemos dentro. Es el no hallarse, el no saberse, el no integrarse. La soledad al fin, no es sino producto del ambiente en que vivimos. Es decir: la posibilidad de no estar solos. Uno ni siquiera la supone. Eso es hacerse de una cultura. Enriquecer la memoria. Eso es lo que se queda. Yo nunca lo hice en mi vida El color de la piel sin brillo, diluido en las mejillas el tono sonrosado.

Casi amarillenta, opaca. La boca, sabor infecto. No soy el que me agrado, me disgusto contra esa cara. No enchufan. Dos ojos turbios, de letales miradas. Por lo general los reporteros, a menos que sean extraordinarios, van empobreciendo y limitando su lenguaje.



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